En cada situación, los sentimientos son diferentes, pero tienen un final común:intentos de suicidio.
Mis padres y mi hermano estaban en el extranjero.
Le prometí a mi abuela que lucharía por conseguir los fines de semana para
estar con ella. Ahí empezó mi declive. Lo que ocurrió fue lo siguiente, al
principio empezamos a paso ligero, en grupo, y cada vez íbamos más deprisa, el
grupo se dividió en dos, los que iban delante y los que se quedaron atrás, yo
me quedé atrás pero tenía fuerzas para coger a los de delante, pensé que si los
dejaba, sería como una traición y me darían una paliza. Al final me quedé y
cuando terminamos, el teniente dijo: los que llegaron primero se marcharán de
permiso, yo me quedé sin permiso y ahí empezó mi declive.
Traicioné a mi abuela y me sentí culpable, no voy a
decir lo mal que lo pasé desde aquel día y los días sucesivos, solamente que mi
padre vino, y después de un juicio militar, me dijo ¿quieres pasar las fiestas
del pueblo? A lo que respondí: quiero irme muy lejos y que nadie me conozca. No
quería que nadie me señalase con el dedo y dijese: ahí va el traidor.
Mazinger
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